Luna, estrellas, un amigo: mi primer tatuaje

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Mi primer tatuaje lo tuve a los 30. Ya tenía dos hijas. Una carrera medianamente exitosa y un montón de amigos. No me sentía sola, como hoy, al contrario, todo iba absolutamente bien dentro de los canones de la sociedad. Ya había superado un poco la “etapa rebelde” de universitaria y aunque seguía escribiendo versos de vez en vez, la verdad es que ya lloraba más de rabia o de impotencia ante problemas cotidianos propios de mi trabajo, que porque me sintiera agobiada por algo.

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¿Por qué hacerme un tatuaje a los 30?

¿Entonces, por qué hacerme un tatuaje a los 30, si ya había vivido otras épocas y estaba a punto de llegar a los TA, que es como el principio de la madurez? Lo cierto es que desde que estaba en la secundaria iba a la Iglesia, primero a la Católica y luego, a una Iglesia evangélica. Aquello de Levíticos, me martillaba muy duro: No tendrás marcas sobre tu piel, así que ni modo. Luego un giro brusco, me apartó de toda religión y me faltaron pues, agallas y dinero para hacerme un tatuaje.

Me decía un poco para justificarme que es que no había encontrado el diseño perfecto. En fin, llegaban los 30 y como me faltaban muchas cosas por hacer, decidí hacer una lista de las cosas que Yo me proponía regalarme para esta nueva etapa de vida, obvio que no faltaba el tattoo.

El diseño de mi primer tatuaje

El problema era ¿qué hacerme? No quería un tatuaje que no representara nada, al contrario, mi tatuaje debía reflejar quién era yo, aunque fuera puro simbolismo, o tuviera que hacer igual que un trovador o cantautor en un concierto: pasarme media hora explicando el significado del dibujo.

Al final me decidí por una luna que se rompía y cuyos pedazos se convertían en estrellas, en una lluvia de estrellas. Algo simple, con solo negro y no tan grande. El lugar, era lo más sencillo, periodista trabajando en la tele no tenía muchas opciones: “no se puede ver o no sales en cámara”, así que en la espalda era lo mejor. Porque tampoco quería que la gente viera que yo tenía un tatuaje y cuando digo gente: me refiero a la familia de mi esposo y a mi abuelita.

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Al final, mi tatuador no captó del todo la idea, porque era más de repetir que de crear, pero igual lo amé por todo lo que representó en mi vida.

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Mi primer tatuaje fue en la espalda

Sí tuve ovarios, sin que lo supiera nadie me lo hice

Obvio que, aunque conocía al tatuador no iba a hacer los trámites yo sola…así que uno de mis mejores amigos, uno que, si estaba lleno de ellos, me dijo que me iba a acompañar.

El requisito para soportar el dolor me dijo era que preparara una botella con jugo de naranja y vodka porque dolía muchísimo, o sea era como un ardor…y yo pragmática al fin, siempre le decía: ¿duele más que parir? Si duele más, no lo soportaría …pero cualquier otro dolor es flojera de tu parte. -Bueno mija, yo no se lo que es eso pero duele…Luego supe que todo depende de la persona y su umbral del dolor y que si él me lo decía era para asustarme un poco y que fuera preparada.

Llegó el gran día: tuve que sacar de la cama de la novia, a mi amigo que estaba que no podía abrir los ojos de una resaca terrible. A duras penas, lo volví medianamente persona y me los llevé a los dos para la casa del tatuador.

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Sí a los dos, tuve que cargar con ella que no me caía ni medianamente bien, o sea me caía de los c…pero en esa época era un anexo de mi amigo tan inútil como el apéndice, pero era algo que ese día no me iba a poner a discutir, por eso de que cuando vas a hacerte un tatuaje tienes que andar de buena vibra.  (Que conste que cuando se dejaron nos volvimos amigas ella y yo, lo normal).

En fin, llegamos y el tatuador puso una música horrible en contra del sistema, cosa que toleré por el simple hecho, que el que debía inspirarse era él y no yo. -Lo otro, no bebo mientras pico. Y yo suspiré en silencio y agradecí mentalmente, pensando en esos albañiles y las paredes viradas, ya había imaginado una chapuza y mano temblorosa y visión nublada.

(Se que uso mucho los entre paréntesis, pero nunca mi conversación es muy lineal, voy saltando de idea a otra, para luego retomar el hilo, quienes conversan conmigo deben estar atentos al todo y este entre paréntesis es para explicar que soy muy gráfica y obsesiva: cuando creo una idea la llevo hasta, el final en sus peores consecuencias y aunque me tilden de loca confieso, que había imaginado todo un desastre si el tatuador bebía)

Me quité el pulóver, y lo más profesional del mundo, el local era feo, casi un cuchitril, no el estudio lindo que tiene hoy y comenzó a picar… no dolió más que parir.

Es más que no me dolió casi nada…me relajé y hablé un poco, porque además fue todo muy rápido, al punto que cuando terminó dije ¿ya? Costó poco, pero bueno, yo era Periodista, podía recomendar y también que iba con mi buen amigo…amigo que se emocionó al verme y decidió hacerse una flor de loto y pez koi en el muslo.

¿Y la gente, qué dijo?

¡Ah! La gente siempre tiene algo que decir: mi esposo al confesárselo, estábamos distanciados por su trabajo vivía en otro país, me reveló algo que me hizo abrir los ojos, y ver algunos errores que tenía nuestra relación- Yo te dije que no te lo hicieras. Ahora te echaste a perder la espalda tan linda que tenías Eso es por los amigos esos que tienes.

En parte tenía razón, fue un amigo quien me llevó, pero en lo otro el cuerpo es mío y nadie tiene que decidir por él. Estoy en un matrimonio por amor, no soy posesión ni objeto de nadie.

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En el trabajo, me tildaron de loca, al final cuando la mayoría de los directores, editores, asesores y periodistas decidieron tatuarse, en sitios no visibles claro, no dije nada.

Pero me sonreí en silencio condescendiente cuando me los enseñaron, y todo una experta sólo pregunté por el artífice.

Mi abuelita, pegó el grito en el medio de la calle cuando me lo vió de casualidad un día X, porque eso eran de mujeres de bajo mundo y de presidiarios, que ¿iba a pensar la gente de mí?

Ahí justo me di cuenta que la única opinión que importaba era la de ella, y no la iba a poder cambiar porque ella tenía sus canones y no me quedaba otra opción que aceptarla. Y hoy sigue descubriéndome los tatuajes, pero ya con demencia senil, hay días que le digo que se borran otros que me veo más linda y cuando me siento atrevida, me rio pícara y le digo: ¿vamos a hacerte uno?

¿Qué viene después del fueron felices para siempre?

¿Un cover? Na solo le añadí un gatito, tratando de alcanzar las estrellas, y un poco de color. No iba a quitarme mi primer tatuaje así por así…es más que le escribí hasta unos versos de homenaje.

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